miércoles, 29 de agosto de 2012

Vive el momento

No sé cuántas veces habremos oído decir: “La vida es un regalo”. 

Y sin embargo, en todo lo que hacemos, en todo lo que ocurre, no siempre lo vemos de esa manera. 

Oímos que la vida es valiosa. Pero en la rutina diaria de ver gente, gente, gente por todas partes; en la rutina diaria, mientras intentamos salir adelante… quizá se nos olvida. 

Y cada mañana tiene que sonar la alarma para despertarnos. Y cada mañana, vamos pensando, mientras pasamos por la rutina diaria, pensamos en lo que va a ocurrir. 

Sabemos lo que queremos que ocurra. Sabemos que “tengo que ir a la parada del autobús”, o “tengo que subirme al coche”. “Debo ir a la oficina”, “debo ir a la tienda”, “debo ir…”. 

Y todos esos “deberes” que colocamos por delante de nuestra existencia. 

La existencia es un río… y va pasando. 

Y algunos tratan de remar con las manos, diciendo: “Más rápido, tengo que ir más rápido…”. 

¿Por qué quieres acelerar? ¿No sabes lo que te espera al final de esta visita? Es evidente. 

Pero algunos quieren acelerar, y el tiempo no les deja. 

El tiempo es algo maravilloso. 

Pasa muy rápido, pasa muy lento, pero no te deja ir más rápido o más lento que él. 

Estás atrapado, atrapado en esta barquita que va navegando… 

No va a ir más rápido de lo que debe, ni tampoco irá más despacio. Va realizando su travesía. 

El destino de este viaje no está al final. El destino es ahora. El destino está dentro. 

El propósito de este viaje no es ir del punto “A” al punto “B”, sino disfrutar de cada fracción de instante entre esos dos puntos. 

La sencilla inocencia de la vida. Despertarse por la mañana y estar feliz, sin ninguna razón en absoluto. Eso es simple inocencia. 

Estar vivo, y estar contento de estar vivo. 

Estar consciente, consciente del disfrute. 

Estar consciente del “ahora”. 

Es entonces cuando el viaje empieza a ser hermoso. 

Es entonces cuando empiezas a comprender lo que es la sencillez. 

Es entonces cuando empiezas a comprender que esto de verdad es un regalo. ¡Un regalo! 

Vive este momento, cada momento, de la forma más consciente que puedas. Y disfrútalo. Lo esencial es disfrutarlo. 

Eres capaz

¿ERES CAPAZ DE MIRARTE EN EL ESPEJO? 



¿O eres de esas personas que no son capaces de mirarse fijamente a los ojos en un espejo? 

Aún más difícil… 

¿Eres capaz de mirarte fijamente a los ojos después de haber hecho algo de lo que tu conciencia te acusa? 

¿Eres de las que no se atreven a ver su desnudez en el espejo? 


Hay un ejercicio que se practica para que las personas que tienen la Autoestima baja empiecen a aceptarse: verse en un espejo poco a poco, empezando por las manos; poner las manos frente al espejo, quedándose uno a un lado para no reflejarse, y mirarlas mientras toma consciencia de que son suyas, de que son él o ella, y las observa notando cómo han cambiado desde que era un bebé, y siente cómo le han acompañado durante toda su vida, y cuántas cosas han cogido o cuántas veces han acariciado. 

Poco a poco se va ampliando la zona del cuerpo que se va reflejando y se utiliza la misma técnica de reconocimiento de que forman parte de uno. 

Lo último son los ojos, que es lo más difícil. 

Cuando miras tus ojos no miras otra parte más de tu cuerpo, ya que esta parte te devuelve la mirada –una mirada que casi siempre cuesta reconocer como propia-. 

Y si esa mirada la haces con consciencia, a conciencia, te resultará inevitable añadir un comentario o un juicio a la imagen que estás viendo. Cuidado con eso. 

Pero yo me refiero a una mirada que vea más allá de fijarse en el peinado, en el afeitado, o en la raya bien pintada. 

Una mirada atenta, observadora, plena. Si uno dice: “este, o esta, soy yo”, siempre aparece, lo primero, una reacción de sorpresa: ¿Así soy yo?, ¿Los otros me ven todos los días, y esto es lo que ven? 


Habitualmente cuesta asumir el paso de los años, la inevitabilidad de la acumulación de pasado, los años que ya no tenemos porque los hemos consumido, el acercamiento a la certeza de que en algún momento seremos como los ancianos que vemos –si no lo somos ya-, y asumir con más o menos resignación que la muerte va a ser un asunto innegociable. 

Una mirada atenta en el espejo es una prueba dura, y más aún si es en una situación especialmente complicada. 
Repito: ¿Eres capaz de mirarte fijamente a los ojos después de haber hecho algo de lo que tu conciencia te acusa? 

Ahí se provoca un enfrentamiento personal de una tensión casi insoportable. Si uno es digno, si es íntegro consigo mismo, si tiene la honradez y bonhomía como principios, le va a costar mantener la mirada de quien por un momento deja de ser un reflejo para pasar a ser un juez incorruptible e insobornable. 

Parece que es más fácil eludir la acusación de la conciencia si uno no se mira en un espejo. 

El monólogo interior se puede distraer de muchas maneras, pero esa mirada de cristal de quien está reflejado, esa mirada que no admite excusas ni justificaciones injustificables, que exige rectitud, moralidad, integridad, ser intachable… esa mirada no se acalla fácilmente. 

Esa mirada se queda grabada en la conciencia y es un Dios Padre pidiendo cuentas, para unos, y el diablo hostigando, para otros. 

Lo correcto sería tener el alma en paz y mirarse en el espejo con alegría y satisfacción, pero como no siempre sucede así, conviene tener preparada una solución para estos casos. 

La solución se llama aceptación. 

También se puede llamar comprensión, o perdón y vuelta a empezar. 

Nos va a pasar más de una vez y es conveniente no caer en una espiral de auto-reproches, de pérdida de Autoestima, de enemistad y desprecio, o de un conflicto duradero en el que costará mucho tiempo y trabajo llegar a una tregua. 
Esto es un derroche imperdonable de tiempo y energía. 

El protocolo para estos casos ha de estar claramente diseñando y definido, y nada más darse cuenta uno de que ha hecho algo que no debería haber hecho según sus normas morales o éticas, tiene que activarlo. 

Cada uno, que es quien mejor se conoce o se debiera conocer, diseñará el propio, el adecuado. 

Como idea básica, podría servir uno parecido a lo que sigue a continuación. 

El primer paso ya está dado: El Yo Observador se ha dado cuenta de lo sucedido. 

El segundo paso: el Yo Ideal, o tal vez la conciencia, expresan el juicio de que no ha estado bien. 

El tercero: El Yo Ideal, o quizás la conciencia, reprochan y en muchas ocasiones añaden una propuesta de castigo -que hay que rechazar-, y pretenden emitir sentencia de culpabilidad. 

Ahí debiera aparecer una nota interior de reconocimiento inmediato de lo que no estuvo bien; uno se responsabiliza de su autoría, es consciente del daño o molestias que ha podido causar, se arrepiente, y reitera su interés en que no vuelva a suceder, pero ahí es donde tiene que terminar. 

Es bueno olvidarlo lo antes posible, pero no por no darle importancia, sino por saber claramente que seguir dándole vueltas al mismo asunto no va a aportar nada bueno, sino exactamente lo contrario. 

De acuerdo: no estuvo bien. Haré todo lo posible para que no vuelva a suceder; estaré más atento puesto que ahora ya sé que no es lo que yo quiero y no tengo excusas… 

Me llevaré bien conmigo inmediatamente, porque esta relación mía-conmigo interna es lo que voy a reflejar al exterior, y quiero contribuir con mi buen estado de ánimo a un mundo de personas que saben que la vida es un continuo aprendizaje, que aún no somos perfectos, que caer es el principio de levantarse, y que comprenderse y aceptarse es realmente una demostración de amor propio. 

Amor a esta creación de Dios.
DIEZ SECRETOS PARA EL AMOR ABUNDANTE 

Diez Secretos para el Amor Abundante 

El primer secreto del amor abundante es EL PODER DEL PENSAMIENTO. 
El amor comienza con el pensamiento. 
Nos convertimos en lo que pensamos. 
Los pensamientos amorosos crean experiencias y relaciones amorosas. 
Las afirmaciones pueden cambiar nuestras creencias y pensamientos acerca de nosotros mismos y de los demás. 

El segundo secreto del amor abundante es EL PODER DEL RESPETO. 
No puedes amar a nada ni a nadie a menos que antes lo respetes. 
La primera persona que merece tu respeto eres tú. 

El tercer secreto del amor abundante es EL PODER DE LA ENTREGA. 
Si deseas recibir amor, ¡todo lo que tienes que hacer es darlo! 
Antes de comprometerte a una relación, no te preguntes por lo que la otra persona te pueda dar, sino por lo que tú puedes aportarle a ella. 
La fórmula secreta de una relación amorosa, feliz y para toda la vida es centrarte siempre en lo que puedes dar, en vez de en lo que puedes sacar de ella. 

El cuarto secreto del amor abundante es EL PODER DE LA AMISTAD. 
Para encontrar un amor verdadero, primero debes encontrar a un amigo o a una amiga verdadera. 
El amor no consiste en mirar a los ojos del otro, sino en mirar juntos en la misma dirección. 
Si deseas introducir amor en una relación, primero debes aportarle amistad. 

El quinto secreto del amor abundante es EL PODER DEL CONTACTO FÍSICO. 
El contacto físico modifica una de las expresiones más poderosas del amor, destruye barreras y crea vínculos entre la gente. 
El contacto físico altera nuestro estado físico y emocional y nos hace más receptivos al amor. 
El contacto físico nos ayuda a que el cuerpo sane y enternece el corazón. Cuando abres tus brazos, estás abriendo el corazón. 

El sexto secreto del amor abundante es EL PODER DEL DESPRENDIMIENTO. 
Si amas algo déjalo libre. 
Si vuelve, es tuyo; si no lo hace, nunca lo fue. 
Incluso dentro de una relación amorosa, la gente necesita tener su propio espacio. 
Amar significa desprendernos de nuestros miedos, prejuicios, ego 

El séptimo secreto del amor abundante es EL PODER DE LA COMUNICACIÓN. 
Cuando aprendemos a comunicarnos abiertamente y con sinceridad, la vida cambia. 
Deja que la gente a la que amas sepa que la amas y aprecias. 
Nunca tengas miedo a pronunciar las palabras mágicas: "TE QUIERO". 

El octavo secreto del amor abundante es EL PODER DEL COMPROMISO. 
Si deseas amor en abundancia, debes establecer el compromiso de lograrlo, un compromiso que se reflejará en tus acciones y en tus pensamientos. 
El compromiso es la verdadera prueba de que el amor está presente. 
Si quieres tener una relación con amor, debes comprometerte a crear la relación que quieres. 
El compromiso distingue una relación frágil de una sólida. 

El noveno secreto del amor abundante es: EL PODER DE LA PASIÓN. 
La pasión enciende el amor y lo mantiene vivo. 
Una pasión duradera no proviene exclusivamente de la atracción física, sino que se origina gracias a un profundo compromiso, entusiasmo, interés y fascinación por la otra persona. 

El décimo secreto del amor abundante es EL PODER DE LA CONFIANZA. 
La confianza es esencial para establecer una relación con amor. 
Si un miembro de la pareja está cegado por la sospecha, la ansiedad y el temor, el otro se sentirá atrapado y emocionalmente ahogado. 
No puedes amar a una persona plenamente a menos que confíes en ella.