martes, 21 de febrero de 2012

EL APEGO

El desapego no es una condición negativa, sino una condición vigilante, positiva, que nos libera de algo que impide en nosotros el contacto con el alma, ese algo es el miedo de la libertad. Tenemos apego cuando tenemos miedo de la libertad. Tenemos apego cuando perdemos el poder interior. Tenemos apego cuando nos volvemos dependientes de una persona, de un evento, de una circunstancia; inclusive de la religión como una muleta exterior, no como un punto de apoyo interior.

El apoyo nos hace perder el poder, porque nos hace perder el punto de apoyo interior y este es autonomía. La autonomía es la condición del alma, del contacto de la personalidad con el alma. Solamente cuando seamos autónomos, nos aceptemos, nos reconozcamos, tengamos autonomía interior y seamos nosotros mismos; entonces recién el alma podrá anclarse en nuestro vehículo.

Nosotros somos fundamentalmente el alma que utiliza la personalidad. Pero el alma es virtual, es potencial, es como un futuro incierto cuando nosotros no somos libres. El alma solo se puede asentar, en medio de la libertad.

El apego negativo lo llamamos rechazo o aversión. Estamos apegados a un sentimiento que volvemos resentimiento. Y el resentimiento como una forma de aversión es el peor de los apegos. El apego no solo es la dependencia de otro, el apego siempre es la dependencia de un sentimiento. Los apegos se dan en el campo emocional o en el campo astral; que es el campo de los sentimientos.

En ambos casos nos separamos; porque no hay peor separación, que la de la proximidad física, cuando no hay libertad. Puede que estemos muy juntos y muy cerca. Puede que nos besemos, puede que nos abracemos, puede que ocupemos el mismo techo, pero si la relación se basa en el apego, estamos profundamente separados en nuestra esencia. Mientras más cerca estén nuestros cuerpos y nuestras personalidades; si hay apego, más lejanas están nuestras almas.

Mientras más cerca estemos, más prisioneros somos el uno del otro, si la relación es de apego. Una relación es de apego si produce sufrimiento; no hay sufrimiento, sin apego. La condición del sufrimiento es el apego. Tú puedes irte o puedes quedarte; pero si yo sufro es porque estoy apegado y si estoy apegado a ti es porque estoy inseguro de mí, porque necesito un punto de apoyo exterior. Si estoy apegado a ti, es porque estoy inseguro de mí. Si yo estoy apegado a ti estoy violando tu libertad, si tú estas apegado a mí, entonces también estas violando mi libertad.

De tal manera que la mejor manera de unirse es paradójicamente liberarse. La mejor manera de encontrarse es desaparecerse. La mejor manera de no rechazarte es paradójicamente aceptarme a mí mismo. Así se pueden ver las paradojas que se dan en una relación que tiene como punto de partida la reflexión; yo me miro y me observo en un espejo, pero yo me miro y me observo en un espejo que eres tú. Aquellas cosas a las que yo me apego son esas inseguridades y vacíos interiores que tengo. De manera que te estoy utilizando en la relación como un instrumento para compensar mis carencias. La relación no es un instrumento para compensar carencias, sino es un instrumento de liberación.

Si yo te necesito a ti para llenar mis vacíos, pobre de ti y de mí, porque te voy a atrapar en la prisión de mi vacío. Si tú me necesitas solo para compensar tus vacíos en la relación, no me vas a dar más que tu carencia, tu sombra y tu pobreza. No me vas a regalar lo mejor de ti mismo que es tu riqueza y todas aquellas cosas que ya has afirmado, aquello que traes para regalarle al mundo desde tu propio corazón.
Compartido por Gabriel Jara.

domingo, 5 de febrero de 2012

OPORTUNIDAD

LA OPORTUNIDAD


La oportunidad es la ocasión de hacer algo,

pero hay que saber el justo momento

para aprovecharla.

La oportunidad no se presenta en la rutina diaria,

ni a quienes ven la vida de color gris,

es como una franca sonrisa en un

rostro desconocido.

La oportunidad tampoco se presenta

a quienes la buscan afanosamente.

Y es que la oportunidad puede ser espectacular,

así como discreta y disimulada.

Por eso, la oportunidad radica más bien,

en una cuestión de enfoque.

Es como si de pronto se te ocurriera

limpiar los cristales

a través de los cuales ves tu vida,

y resulta que el polvo acumulado en ellos,

no te permitía ver clara y brillantemente.

Tu vida en sí, es una gran oportunidad.

Quien diga que la vida siempre está

saturada de escollos

y no cambia esa manera de verla,

no se permite ver

que también está llena de oportunidades.

Hay algunas personas que sólo alcanzaron

a ver una, en toda su vida,

y lograron metas jamás imaginadas.

!Se imaginan si hubieran podido ver,

las noventa y nueve anteriores que ignoraron!

Eres joven, aprende a verlas y aprovecharlas.

Eres maduro, muévete, no pierdas el tiempo.

Eres anciano, limpia esos lentes,

aún hay muchas por disfrutar.

La oportunidad es una bendición dirigida a ti

por quien te ama, la vida.


Mente Sin Juicios

Hace muchísimos años en la antigua China hubo un hombre llamado Lao Shang que tenía fama de ser muy sabio.
Lao Shang tenía dos tesoros: un hijo adolescente muy inteligente y bien parecido y un caballo dócil de raza muy fina.

Un día el caballo desapareció. Llegaron los vecinos y amigos de Lao Shang con toda clase de conjeturas sobre lo que había ocurrido al caballo. Todos estaban desolados por la mala suerte de aquel hombre justo. Pero él aceptando la situación les dijo: “antes no tenía caballo y era feliz ahora que ya no está también puedo ser feliz sin él. No veo razón para estar triste”.

Unos días más tarde volvió el caballo a casa de los Shang y traía consigo una manada de preciosas yeguas. Llegaron los vecinos y amigos alborozados ante la buena noticia. Pero Lao Shang permanecía impasible sin ver motivo alguno para tanto festejo.

Algunas semanas después el joven hijo de Lao Shang decidió montar una de las yeguas nuevas que habían llegado con el caballo. Pero al primer intento la yegua despidió a su jinete lanzándolo contra una roca del camino. El muchacho quedó con una pierna destrozada y hubo que amputársela para salvar su vida.

Horrorizados amigos y vecinos se presentaron ante Lao Shang para apoyarlo ante semejante desgracia. El hombre sabio entonces les dijo: “ quién puede percibir los procesos sagrados del cielo y de la Tierra? Las cosas disminuyen acá y aumentan allá se presentan completas en un sitio sufren desmembraciones en otro. Disminución, aumento, éxito, decadencia son los emblemas de la vida y la muerte. Solo la evolución del ser progresa sin tregua. Y con estas palabras los despidió.

Pasado algún tiempo China entró en guerra con Japón. En la población donde habitaba Lao Shang todos los jóvenes aptos para portar armas fueron reclutados para matar o morir. Solo Lao Shang pudo conservar a su hijo junto a él gracias a que le faltaba una pierna. Así el más grande infortunio de su vida se convirtió en su mayor bendición